Tiempos de encrucijada. Otra vez sociedad abierta en contraposición a sociedad cerrada.

En estos tiempo que corren no está de más hacer un análisis reposado de por qué los que piensan diferente al signo de los tiempos en España se han fabricado una falsa historia, cuando la que podemos constatar por los hechos históricos hablan de superaciones en la consolidación de un marco de convivencia que se ha de regir por un espíritu abierto y europeo, e intentar dejar de depender de políticos mesiánicos y apocalípticos, pues son tantos los enemigos que tenemos fuera que no está bien una pelea en el patio de vecindad donde transcurre la confrontación política de España.

El discurso fácil, la preparación mal utilizada, así como el atrevimiento que da la ignorancia, hacen cultivo para que medren los atrevidos. Sí a eso unimos funcionarios encumbrados a políticos, sin verdadera capacidad de articular un programa conveniente a la sociedad de la que se sirven, ha propiciado la corrupción en la que vivimos y de la que está resultando tan difícil salir, porque cuando no se tiene ilusión no se pueden cambiar unas estructuras diseñadas para ganar dinero y perpetuarse en el poder, sin tener en cuenta el bien común y la búsqueda de la felicidad.

El 10 de octubre del año  732, Carlos Martel venció a las tropas del Islam comandadas por el valí de Al – Andalus al Gafiqí. Un hecho decisivo para la supervivencia de Europa nunca bien explicado. Para afianzar la victoria, Carlomagno estableció cuatro demarcaciones francas perfectamente pertrechadas y guarnecidas, que son: la marca de Gascuña, que iría de Bilbao hasta el Pirineo de Jaca; la marca de Tolosa, hasta la Andorra actual, la marca de Gotia, hasta los Alpes y la marca Hispánica, que comprendería el norte de la Cataluña actual, hasta Barcelona. De esta forma, los incipientes reinos cristianos hispánicos de la época, en las estribaciones del Pirineo y cornisa cantábrica, se encontraban encajonados entre el Califato de Córdoba y el Sacro Imperio Romano de Carlomagno.

La lengua que se hablaba en estas marcas carolingias era el occitano, de donde proviene entre otros el catalán. Al morir Alfonso I el Batallador sin sucesor, deja su reino a las órdenes de caballería, entre ellas a los Templarios, por lo que los nobles de Navarra se independizan y los aragoneses sacan al monje Ramiro, hermano del difunto, para que se case y engendre a la reina Petronila, «Peronella» en catalán, y vuelva a su celda. Esta reina casa con Ramón Berenguer IV conde de Barcelona, (su hija Berenguela casó con Alfonso VII de Castilla y León, llamado el Emperador). De esta forma los condes de Barcelona, de la casa Berenguer, que descienden del conde Bera, hijo de Guillermo de Tolosa, súbdito de Carlomagno, pasan a ser también reyes de Aragón. Una generación antes, en el año 1032, Dulce de Provenza, rica heredera del margraviato de Provenza, perteneciente a la Borgoña del Sacro Romano Imperio, casó con el conde Ramón Berenguer III, que también gobierna Provenza y sus posesiones en Francia, lo cual duró 124 años, hasta que Carlos de Anjou casó con Beatriz de Provenza.

Esta rica comarca se sustenta en el comercio y políticamente en el carácter consultivo y delegatorio de las instituciones que nacen con las asambleas de «Pau y treva, paz y tregua». Todo este entramado de intereses tenía por finalidad ganar dinero, bajo las rígidas reglas feudales y los siervos de remensa. Luego viene la expansión por el Mediterráneo. Al ser vencido el rey Pedro II en Muret, por la cruzada de Simón de Montford se repliega el reino tras el Pirineo. Se trataba de la intención de Roma de vencer a los cátaros, que estaban constituido esencialmente por tejedores y comerciantes. Se caracterizan en términos generales por llevar una vida austera. Se guiaban por el sermón de la montaña. Eran itinerantes sus predicadores. Consideraban a la cruz un instrumento de tortura que no se debía adorar. Respetaban la vida de las personas y los animales. Rechazaban la Iglesia como institución y la eucaristía, pues consideraban la sangre y la comunión costumbres salvajes. Creían en la reencarnación. Rechazaban el Antiguo Testamento, y consideraban a Jesús un espíritu que no ocupó ningún cuerpo y a la virgen María la veneraban como símbolo de sabiduría por ser otro espíritu puro y no por ser madre de Jesús. Permitían el suicidio como una manera de acercarse a Dios con anticipación. Separaban lo espiritual como esfera exclusiva de Dios. Creían en la igualdad entre el hombre y la mujer, donde ésta como miembro activo ocupaba el mismo nivel. Toleraban la homosexualidad y no fomentaban tener hijos, pues consideraban que este mundo no era un buen lugar, y por el contrario se debía ayudar a los que estaban a superarse y encontrar la luz. Entendían que el juramento era un pecado de simulación que nada tenía que ver con la espiritualidad.

Todo esto viene al caso, con la ilustración que la acompaña, que la reivindicación de los independentistas catalanes está mal formulada, y de igual manera han de acudir con sus reivindicaciones a la República de Francia.

Territorios de la corona de Aragón con Pedro II

Citando de nuevo a Popper: ‘puedo estar equivocado y tú puedes estar en lo cierto, y a través de un esfuerzo, ambos podemos acercarnos a la verdad’. Pero quizás ni tú ni yo seamos las personas apropiadas para llevarlo a cabo y debes comprenderlo.

Discusiones bizantinas.

DISCUSIONES BIZANTINAS.

De mis viajes al Reino Unido aprendí que lo más importante es llevar dinero, porque allí eres lo que representas, lo que ven de ti allí en donde te muevas, y en este caso de la posible independencia de Escocia, me preguntaba ¿qué ganaría el hombre de a pie con ella?

El Reino Unido es de los pocos países europeos donde aún se respira diferencias de clases sociales, donde la gente hace su vida en su barrio y con su gente, donde el proletario hace vida de proletario, y va a su pub y hace deporte con sus amigos, y guarda la bolsa del té para que le dure varias veces. He visto escribir en una libreta con lápiz blando para borrarla a fin de año y poder usar la misma al año siguiente. Como licuar la tinta para que dure más, o la compraventa de ropa de segunda mano. Eso forma parte del sistema británico como la diferenciación en la estima de la licenciatura según la Universidad donde se consigue el título. Allí no hay igualdad de oportunidades sino que cada uno tiene la suya, que son conceptos distintos. No se trata de ser rico, sino de vivir como rico, pues hay gente que ha hecho grandes fortunas y viven miserablemente, y otro viven como ricos siendo pobres, estirando el cuidado de las formas y la dicción.

Así que en esta vigilia esperando el fallo del referéndum en Escocia, había varias preguntas que quedaban sin respuesta. ¿Por qué el primer ministro había caído en semejante trampa? ¿Cuál sería el futuro político de David Cameron si ganaba el SÍ? ¿Qué pensarían los proletarios del norte de Inglaterra o Gales, sin futuro ni esperanza?

Me vino a la mente que la expresión «discusiones bizantinas» se refiere a todo tipo de discusiones que atrapan indefinidamente a sus participantes en largas discusiones muchas veces sin sentido para el común de las personas, y sin que en el fondo resuelvan los problemas, porque versan sobre aspectos del que nadie puede probar, en un sentido o en otro, dónde está lo mejor para todos.

En el fondo, predomina de nuevo Karl Popper y su paradoja, cuando en su obra La Sociedad abierta y sus enemigos  dice: «En nombre de la tolerancia, debemos de reivindicar el derecho de no tolerar a los intolerantes».

Jomo Kenyatta, primer presidente de Kenia, cuyo nombre original fue Kamau wa Ngengi, conocido por los suyos como “el hombre mayor” dijo: «Cuando llegaron los blancos, nosotros teníamos las tierras. Ellos trajeron la Biblia y nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados. Cuando los abrimos, ellos tenían las tierras y nosotros, la Biblia».

Tanto Popper, que dio clase en Londres, y Jomo Kenyatta que los conocía bien, sabían de lo que hablaban desde el conocimiento profundo de lo Británico, es decir, el uso exquisito del discurso y las formas, y la defensa a ultranza del libre comercio de los que son hábiles maestros. Los británicos toleran las desmesuras del nacionalismo cuando toca al corazón, pero jamás lo harán cuanto afecta al bolsillo. ¡Dios guarde a la Reina!Discusiones Bizántinas

Presentación del libro de Enrique Acosta sobre las iniciativas del empresario Don Louis Camacho

8Ayer en Tacoronte, en la Casa de la Cultura, llena a rebosar la sala Oscar Domínguez, presenté el libro de Enrique Acosta sobre la figura de don Louis Gomes Camacho. Un personaje singular que transformó el Tacoronte que le tocó vivir.
Había nacido en Funchal, Madeira en 1850, y se trasladó a Tenerife dicen que por problemas de salud, pero es más probable que fuera buscando un horizonte más abierto que la falta de muelle de la Madeira de su tiempo, llena de anécdotas sobre cómo bajar a tierra sin caer al agua.
Lo cierto es que Louis Camacho, un gran observador, vio que Santa Cruz no tenía un hotel al uso de lo que al comienzo del siglo XX demandaban los huéspedes, es decir, cuartos de baño higiénicos, limpieza y un comedor que se nutriera de una cocina profesional a satisfacción del público. Así que eso fue lo que logró, primero en el establecimiento alquilado al comienzo de la calle de la Marina, y luego en la calle San Francisco 5, en un hermoso edificio con balconada atlántica, donde hoy se levanta el esperpento del edificio del Banco Popular.
También descubrió que en Santa Cruz hacía demasiado calor en verano, y por lo tanto Tacoronte ofrecía un lugar inmejorable para los veraneantes y sus familias. No se trataba de construir un hotel para tísicos europeos, sino para personas sanas y saludables que deseaban pasar sus vacaciones de verano.
Así nació el Hotel Camacho de Tacoronte. Y don Louis, con ese decir de Crosita, el periodista que lo exasperaba con sus provocaciones, diciendo que brincaba, (término portugués que significa el jugar de los niños), al que contestaba acalorado: «Yo, que he enseñado a comer con cubiertos de pescado a la sociedad de Santa Cruz».
Así fue como este hotel Camacho de Tacoronte fue un catalizador de reuniones políticas de primer orden, donde se discutía la ley de Puertos Francos, al que acudía Villalba Hervás e Imeldo Serís, y los políticos más relevantes de la época como Eduardo Domínguez, Ramón Gil Roldán y tantos otros. Donde los profesionales como el doctor Pisaca y el doctor don José Fariña y comerciantes como don Carlos Hámilton o don Jacobo Halers pasaban su veranos, y sus hijos se conocían y relacionaban en fiestas memorables y excursiones simpáticas al Monte de Agua García, y otros lugares de la comarca en en excursiones de burros y distintos medios de locomoción.
Don Louis Camacho trajo los primeros transportes públicos de la mano de Alexandre, importando de Francia unos compactos autobuses, «guaguas», que acabaron con las diligencias de mulos y caballos. Y como hombre que conoce su oficio y por lo tanto la importancia de las formas, el servicio por él iniciado no entorpecía el tranvía que llegaba a La Laguna desde Santa Cruz. Así que su transporte partía de La Laguna pasando por La Orotava e Icod, para terminar en Garachico.
Era un hombre que hablaba varios idiomas y su capacidad de iniciativa y convicción logró que el tranvía belga, cuyo gerente era Armando de Massy, prolongara las vías hasta establecer la estación término en Tacoronte. Logró que dos reyes visitaran su hotel, el rey Leopoldo II de los Belgas y don Alfonso XIII, al que sirvió tan buen desayuno que en uso de sus prerrogativas dio a Tacoronte el título de ciudad. También visitó luego el hotel la infanta Isabel de Borbón y su esposo el infante don Luis Fernando de Baviera. Eran épocas donde de la mano del Dr. Allart, cónsul de Bélgica, trajo a Tenerife progresos inauditos y no suficientemente reconocidos además del tranvía, instalado en el Cairo, Lisboa o Buenos Aires, Y así la maquinaria para las fábricas de ron y aguardientes, los motores de las elevaciones de agua y las plantas eléctricas.

Animo a leer esta magnífica obra de Enrique Acosta, escrita con una prosa cuidada y amena, y a disfrutar de un libro hecho con gran esfuerzo y amor por lograr el reconocimiento de don Louis Camacho, que casó en segundas nupcias con Rosa Gonçalves, y su hija Rosita contrajo matrimonio con nuestro don Domingo Pérez Minik y Guillermo con Concepción Machado Martínez.

Así cuando contemplemos Tacoronte y lo que es, que no es poco, tendremos una clave de respuesta a la modernidad de una época gozosa en la que el Gran Gatsby de la mano de don Louis Camacho pudo sin duda bailar elegantemente en su hotel con miss Europa 1935, Alicia Navarro, que también estuvo, como se ve en la foto.

Conferencia sobre El cambio histórico de Tacoronte. Liderazgo empresarial de don Louis Camacho.

Hotel Camacho

El próximo viernes, 12 de septiembre 2014, a las 20,30 horas, presento en Tacoronte, en la Casa de la Cultura, antiguo convento de los Agustinos, en la Plaza del Cristo, el libro de Enrique Acosta sobre «Don Louis Gomes Camacho, el cambio histórico de Tacoronte, liderazgo empresarial, turismo y comunicación».

Es una amena publicación llena de fotografías de época, donde Enrique Acosta rescata para Tacoronte la entrañable figura de don Louis Camacho, portugués natural de Madeira, que hizo posible la transformación del disperso caserío eminentemente rural, hasta culminar en la promulgación en la Gaceta de Madrid del título de ciudad. Hay un antes y un después de la edificación del Hotel Camacho, donde se hospedaron además de los vereneantes, constituidos por profesionales, comerciantes y sus familias, que se refugiaron de los tórridos veranos de Santa Cruz en el bonancible clima de Tacoronte, antes de fabricar sus propias casas. Ello dio lugar a una interrelación distendida, donde los jóvenes se conocían y a su vez se relacionaban con familias tacoronteras, hasta culminar en bodas y parentescos. También fue parada de las diligencias del Norte, tiradas por mulas y caballos, precario transportes que hizo que don Louis Camacho tomara la iniciativa de traer de Francia las primeras «guaguas», autobuses que llamaban la atención por su solidez y seguridad, que establecieron una ruta hasta la isla baja, llegando a Garachico.

Asimismo, se ocupó que el tranvía que llegaba a La Laguna prolongara sus raíles hasta Tacoronte, un sistema completo para la comunicación de la Isla, en una época de gran atraso y penuria.

En el Hotel Camacho se celebraron reuniones políticas de primer orden, con personajes tan importantes como Villalba Hervás. Luego, culmina el libro con la presencia del joven monarca Alfonso XIII y su séquito y el título de ciudad y la polémica que la acompañó.

Invito a mis amigos, público en general, y tantos interesados en el renacer de la historia tinerfeña a acudir y disfrutar de este magnífico libro que estará a la venta en 20 € para esta ocasión.

PD. En la foto, los huéspedes del Hotel Camacho esperando iniciar una excursión por un itinerario de los principales puntos de interés de Tacoronte, en una ruta en burros.